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Una bonita ración de delicatessens para acabar la temporada (Soria y Pirineos) - (Intro y Soria)

9 - Septiembre - 2010 en cicloturismo

Cambio radical de sensaciones en mi última semana de temporada. El viejo sueño se cumplió: AUBISQUE y TOURMALET el mismo día!!! (¡Gracias, Marta!). Y no sólo eso: preciosos recorridos en Soria, subida a Cotefablo en Ordesa y almuerzo con Rodadores.


La última semana de vacaciones fue una auténtica gozada. Una reconciliación con las mejores sensaciones que he tenido en mucho tiempo sobre la bicicleta. Lejos quedaba la tremenda pájara de la Pedro Delgado. Estoy empezando a pensar que algo muy extraño me pasaba aquel fin de semana, tan cercano en el tiempo y tan lejano en el estado de forma... La cuestión es que el mal fario de las últimas semanas se acabó diluyendo por completo en la más absoluta de las felicidades.

 

Subir el Tourmalet era un sueño que arrastraba desde 2003, cuando organizamos aquel viaje los amigos más cercanos (Pere, Rober y Jorgito pudieron ir finalmente a Luz St. Sauver, y además vieron de primera mano aquella mítica ascensión a Luz Ardiden en el Tour de Francia, con caída de Armstrong, y Jan Ullrich e Iban Mayo como protagonistas de excepción; Moiso y yo, por diversas circunstancias de última hora, nos tuvimos que quedar en Valencia). Así que, en gran parte gracias a la magnífica colaboración de Marta, siempre a mi lado, he podido cumplir ese viejo sueño. Para colmo, ese mismo día acabé (empecé, más bien) subiendo el Col d'Aubisque desde Laruns. Otro sueño cumplido... Día mítico aquel 1 de septiembre.

 

Dos días antes, el lunes 30 de agosto, el que podría ser el de la condena para muchos (1 año y 1 día sumido en la prisión...), completé una etapa que me apetecía muchísimo: un circuito por Soria desde San Saturio hasta el Castillo, el cual me parece que sería espectacular para un prólogo de la Vuelta España; y la subida al Castillo por la vertiente del río Duero.

 

El viernes 3 de septiembre, por si fuera poco, ascendí el puerto de Cotefablo desde Torla, en el corazón de Ordesa. Maravillosos paisajes de naturaleza virgen para despedir unas vacaciones pirenaicas, teñidas del fabuloso aroma de las dos ruedas y el senderismo.

 

El sábado, una feliz vuelta a la normalidad. De nuevo con Diego, Moiso, Pedro (mis compañeros de marchas este increíble 2010), Paco, Manolo, Jesús, Josevi, Julián, Javi, y un sinfín de clasicazos (con David de coche escoba). Este año de sacrificios, muchas veces recompensados, no ha sido especialmente ducho en ocasiones para almorzar con los compañeros, y ahora se agradece muchísimo. ¡Se echaba de menos!

 

Tras este largo preámbulo, vayamos con la sucesión cronológica de los hechos.

 

El domingo 22 de agosto fue el peor día de la temporada, con el fiasco de mi participación en la Pedro Delgado. Extrañamente, estaba en perfectas condiciones al cabo de unas pocas horas de haber concluido la marcha, a diferencia de otras ocasiones, como hace años en la Sierra Norte o en los Degollaos.

 

La semana siguiente, el aparente estado de forma que acaban dictando las engañosas sensaciones del cuerpo me decía que estaba raramente bien. Por una parte me apetecía pegarme una kilometrada por Ademuz o por Alcoy y ver hasta dónde llegaba, pero decidí pasar tranquilamente esos días con Marta, tirado en la playa, leyendo unos cuantos libros y descansando mis músculos, óganos y osamenta, lo cual creí bastante más oportuno al fin y al cabo. ¿Para qué forzar cuando puedes disfrutar de la compañía de tu mujer, de unos libros y de amigos de la talla de Pedrajas, Pedrito, Diego e Irene?

 

El sábado viajamos a Soria, para celebrar al día siguiente el aniversario de nuestra boda. Fue muy emotivo volver a pisar las calles de esta preciosa ciudad castellano-leonesa, desde El Collao hasta la Plaza Mayor, pasando por los Doce Linajes, y por los innumerables vestigios del arte románico que impregnan a Soria de ese encanto que tanto supieron apreciar Machado y Bécquer, entre otros, sin olvidar a mi admiradísimo Jaime Urrutia, que también hay clásicos contemporáneos...

 

El domingo fue una repetición de la boda, esta vez sin invitados: visita al ayuntamiento, comida en el Restaurante Valonsadero, tarde en el magnífico emplazamiento que da nombre al suculento lugar de degustación culinaria, y una estancia perfecta en el Parador. Mientras tanto, mi Specialized (o "la Gerolsteiner", como la llama mi suegro) descansaba plácidamente en la consigna del hotel.

 

"A la ribera del Duero, existe una ciudad. A la ribera del Duero, mi amor te espero. Voy camino Soria, ¿tú adónde vas? Allí me encuentro en la gloria que no sentí jamás. Voy camino Soria, ¡quiero descansar!, borrando de mi memoria traiciones y demás". No lo podía haber dicho mejor el bueno de Jaime.

 

El lunes, ocho días después de la debacle segoviana, volví a pasear con mi "Gerolsteiner" por las calles sorianas. Os confesaré una "freakada". Llevo años diseñando por puro divertimento "Vueltas a España", quizás desde 2005. En la primera de ellas, ya hace cinco años, el prólogo tenía lugar en las calles de Soria. Ya supongo que salir de la Ermita de San Saturio sería algo complejo, si bien las necesidades logísticas podrían subsanarse en una explanada que hay en esa misma orilla del Duero, o al otro lado del río, donde hay sitio de sobra. La crono consistiría en salir de San Saturio, llegar a la ciudad cruzando el puente que cruza el río Duero, dejando a la derecha San Juan de Duero, ascender la calle del Hospicio, bordeando la Concatedral y Santo Domingo (¡impresionantes imágenes se verían en televisión!), girando a la izquierda para acercarse a la plaza que hay entre la Alameda y el Collao, para subir al Castillo, una colina donde se sitúa el Parador Antonio Machado. Son 5.5 kms en los que se destila el encanto del románico y de una ciudad bañada por el Duero.

 

En próximos posts, en los que me centraré en las altimetrías de los mejores recorridos de la temporada, podréis ver el perfil de esta propuesta de etapa para la Vuelta. No sin olvidar la subida al Castillo por la vertiente contraria. Y es que ésa es otra idea que tengo, aunque en esta ocasión me saliera un circuito algo corto: un circuito mundialista en Soria. Para un Mundial sería bonito tener la ascensión al Castillo desde el Duero, porque es sustancialmente más dura, con rampas del 14% muy continuadas. Todavía recuerdo a Ruwin Pandithage, el novio de la prima de Marta, subir corriendo el año pasado esas cuestas. Esta vez el que derramaba sudor a mansalva era yo. No sé lo que es peor, si subir a pie o en bicicleta, lo que os puedo asegurar es que las vistas del Duero y de San Saturio son magníficas.

 

De momento, os dejo con algunas de las fotografías tomadas en Soria.

 

 

Jardín junto a la iglesia de San Polo, en la entrada de la carretera a San Saturio.

 

 

Curva del Duero en San Saturio, en pleno Monte de las Ánimas.

 

 

Iglesia de San Juan.

 

 

 

Plaza Mayor, "el lugar del crimen".

 

 

Detalle de Santo Domingo.


Última actualización 10/09/2010 0:06:32


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